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Crítico musical / Musika kritikaria
Entrevue
Eros Jaca
Violonchelista

«Hay un florecimiento en los laterales del mundo de la música clásica»

Ganador de más de quince premios en diversos concursos internacionales, Eros Jaca (Zaragoza, 1988) es un violonchelista singular, que lo mismo se coloca frente a una orquesta para interpretar grandes clásicos que se sube solo al escenario para afrontar las obras más experimentales.

Eros Jaca junto al resto de integrantes de Ensemble Bayona.
Eros Jaca junto al resto de integrantes de Ensemble Bayona. (David RUANO)

Eros Jaca es bien conocido como solista de violonchelo, pero en las tres actuaciones que ofrecerá en la Quincena Musical se presenta al frente de la agrupación que fundó en 2017, Ensemble Bayona. Se presentarán este miércoles en el Museo San Telmo, el jueves en el Kusaal y el viernes en Larreko Kultur Aretoa de Senpere.  

¿Por qué creó el Ensemble Bayona y cuál es el perfil de los músicos que la integran?

Cuando era pequeño, tenía dificultades para expresarme y socializar, y el chelo fue un medio fundamental para ayudarme a exteriorizar emociones. Años más tarde, me ocurrió algo similar: sentí una necesidad real de explorar ideas sobre el escenario, y la creación de un ensemble flexible se convirtió en el vehículo perfecto para experimentar y expandir mi creatividad. Está formado por músicos excelentes, con sus carreras individuales, una gran experiencia en música de cámara, mentalidad abierta y amantes del riesgo. Los programas que abordamos están centrados en el siglo XX, lo que exige una especialización en muchos lenguajes.

Hoy mismo se presentan en San Telmo con ‘El amor brujo’ de Manuel de Falla. ¿Cómo se adapta esta obra de sugerentes colores orquestales al formato del quinteto con piano?

El propio Falla hizo un arreglo de dos movimientos de El amor brujo para sexteto con piano, y se me ocurrió continuar esa idea que el compositor ya había iniciado. Le propuse el reto al compositor José Luis Turina y, por suerte, lo aceptó. Durante la grabación del arreglo, sabíamos en cada momento qué instrumento orquestal estábamos evocando, así que el trabajo sonoro fue profundo. Representar ‘El amor brujo’ con orquesta requiere un músculo financiero importante, y creo que este formato nos permite llegar a más rincones. Nuestra aspiración es compartir ‘El amor brujo’ en las salas de cámara de todo el mundo.

También han incluido una obra de Shostakovich y otra de Francisco Coll. ¿Cómo se relacionan con la de Falla?

El título del concierto es ‘Cuando el fuego abrasa’, una frase mítica de ‘El amor brujo’, aunque el hielo puede tener un efecto idéntico. Para mí, el hielo representa a Shostakovich. Tanto Shostakovich como Falla son figuras clave del nacionalismo musical en sus respectivos países, y ambos sufrieron las consecuencias de mantenerse al margen de las ideologías políticas. Por otro lado, Francisco Coll es un fantástico compositor actual, cuyas creaciones se nutren del folclore español. Por ejemplo, en ‘Cantos’, la obra que vamos a interpretar, toda la estructura se articula sobre la cadencia andaluza.

Este jueves, en el Ciclo de Música Contemporánea, van a mostrar una faceta muy distinta del grupo. Proponen un hilo conductor que va desde una melodía de Schubert hasta el cuarteto ‘Black Angels’ de George Crumb. ¿Cómo está planteado este concierto?

El concierto se titula ‘El ocaso de los pétalos’: cuando una flor se marchita, ese fino borde entre la vida y la muerte, es el instante donde la belleza resplandece por última vez. Creo que en ese momento conviven simultáneamente la vida -y con ella, el amor- junto a la muerte. Ese momento suspendido en el tiempo es, para mí, la imagen de la música eterna de Schubert. Las cartas de amor de Arias, los polos opuestos en la obra de Erkoreka, la respuesta a la pregunta sin respuesta de Kurtág, o “Black Angels” de Crumb, giran todos en torno a ese momento. Será un concierto íntimo y, al mismo tiempo, brillante y esquizofrénico.

‘Black Angels’ fue compuesto con la guerra de Vietnam como trasfondo. ¿Cree que es la razón de que siga siendo tan impactante hoy en día?

‘Black Angels’ es una obra que despierta el lado más primitivo y tribal del ser humano, y de ahí surge su atemporalidad. Es un rito sonoro que representa el Apocalipsis; el público puede sentir el horror y el absurdo de la violencia, cuestionando cualquier situación beligerante. En estos tiempos, más que nunca, tenemos el deber moral de reflexionar sobre la absurda realidad que nos rodea.

¿Qué características tienen las dos obras vascas que van a interpretar?

‘Dipolo’, de Gabriel Erkoreka, es el eje sobre el que pivota todo el concierto, articulada en torno a dos ideas opuestas que ya Schubert había planteado en ‘La muerte y la doncella’. Es una brillante composición por la que siempre he tenido devoción, y que ya tuvimos la oportunidad de presentar en la Konzerthaus de Berlín. Y me hace especial ilusión presentar por primera vez en Euskal Herria ‘The Love Letters’, de la compositora bilbaina Helga Arias. Con un uso muy inteligente de armónicos, glissandi y trémolos, es el contrapunto perfecto a ‘Black Angels’: ambas obras giran en torno a la muerte, pero aquí es el amor, y no la violencia, el motor del drama.

Por último, el jueves, en Senpere, interpretarán también obras de Saint-Saëns, Fauré, Turina y Ravel. ¿Cómo es el reto de preparar tres programas tan diferentes en días consecutivos?

Como diría el entrenador Simeone, vamos concierto a concierto. Este tipo de desafíos requiere muchas semanas de planificación y estudio, ya que en el escenario solo se muestra la punta del iceberg. Quizás el mayor reto sea deconstruir el sonido clásico en el segundo concierto, ‘El ocaso de los pétalos’, para luego reconstruirlo en el programa franco-español que presentaremos en Senpere.

Usted es de Zaragoza, donde parece haber una importante actividad en torno a la música contemporánea: el Grupo Enigma, un conservatorio superior que la impulsa, compositores como Jesús Torres…

Si bien es cierto que en Zaragoza hay personalidades que han hecho mucho por la música contemporánea, donde realmente germinó mi interés fue, hace muchos años, como alumno de Musikene. Participé en varios proyectos del centro en los que tuve la oportunidad de conocer y trabajar con compositores como Gabriel Erkoreka, Ramon Lazkano y Gabriel Loidi, que fueron quienes empujaron mi curiosidad. La música contemporánea me ha ayudado enormemente a ser mejor clásico, cuestionándome y redefiniendo sus limites.

En su biografía dice estar «en la constante búsqueda de una comprensión profunda y global del significado de la música en el mundo actual». ¿Cree que la música de tradición clásica sigue ocupando un lugar relevante en nuestra sociedad?

Creo que estamos asistiendo a un florecimiento en los laterales del mundo de la música clásica. No olvidemos que compositores como John Williams o Ennio Morricone, ambos con sólida formación académica, han llevado la banda sonora a cotas artísticas insospechadas. La clásica se está reinventando, y creo que el crossover y la multidisciplinariedad van a marcar el camino hacia el futuro.